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La flor de 20 pétalos que guía a las almas hasta el plano terrenal

Desde la época prehispánica, la flor de Cempasúchil se convirtió en un símbolo del Día de Muertos en México. Su uso en las ofrendas y en los caminos, así como su color y su aroma han posicionado a esta flor como un elemento indispensable para guiar a las almas en su viaje al plano terrenal.

En la lengua náhuatl, cempasúchil (cempohualli: veinte y Xóchitl: flor) significa “flor de veinte pétalos”. Es una flor originaria de México y de Centroamérica, se estima que existen alrededor de 58 especies distintas y florece únicamente en el otoño, después de la época de lluvias.

Los mexicas consideraban que debido a su color esta flor era capaz de guardar los rayos del sol, por lo que iluminaba el camino de los difuntos desde el Mictlán hasta las ofrendas que ponían sus familiares en Día de Muertos. Su aroma también era un aspecto importante, pues pensaban que ayudaría a llamar a las almas.

Asimismo, las mujeres mexicas utilizaban el cempasúchil para elaborar guirnaldas y adornar su cabello durante las ceremonias que se realizaban en honor a la diosa Cihuacóatl, la “recolectora de almas”, cuya representación era la de una mujer que era mitad serpiente.

Cabe destacar que la flor de cempasúchil no era utilizada solamente para las festividades de Día de Muertos. Según algunos registros escritos y restos de ADN, también era un elemento importante en ceremonias, ofrendas de la nobleza, remedios médicos e incluso comida tradicional como bebidas y guisos.

Actualmente la flor de cempasúchil sigue siendo la más utilizada para los altares de Día de Muertos, y no sólo eso, pues también es empleada para darle color a textiles, elaborar insecticidas y también como medicamento. En México, los mayores productores de dicha flor son los estados de Guanajuato, Puebla, Hidalgo, Michoacán y Estado de México.

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