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Menstruar en la cárcel

En México las cárceles no están pensadas para las mujeres, en ellas no existen condiciones básicas de higiene ni acceso a productos de gestión menstrual, por lo que no es posible vivir una menstruación digna. Sin embargo, este es un problema del que poco se habla, pues incluso las mismas mujeres sienten vergüenza al hablar del tema debido a la falta de educación sexual.


Según el Diagnóstico de Supervisión Penitenciaria de 2018, en México hay 13 mil 310 mujeres en prisión. Muchas de ellas dependen de sus familiares, quienes les otorgan productos de gestión menstrual, mientras que algunas otras que cuentan con ciertas capacidades económicas pagan entre 5 y 10 pesos por una sola toalla sanitaria.


Los casos más extremos son aquellos en los que las mujeres se ven obligadas a utilizar trapos, calcetines, pedazos de tela o papel; para ellas utilizar una toalla, un tampón o una copa menstrual no es una opción. Además, tampoco cuentan con medicamentos para tratar los cólicos causados por la menstruación, y a todo ello se le suman las condiciones insalubres en las que se encuentran viviendo todos los días.


La falta de educación sexual es otro problema: muchas ni siquiera están informadas sobre lo que es la menstruación. Todas estas dificultades traen consigo desigualdad, exclusión, vergüenza y un gran riesgo de contraer enfermedades. Las condiciones en las que viven las mujeres de la cárcel no les permiten gozar de su derecho a la higiene menstrual y el sistema penitenciario nunca le ha prestado atención a dicha problemática.


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