El temido pacto de caballeros
- Fernando Alexis García Hernández
- 17 oct 2020
- 2 Min. de lectura
Ser futbolista es el sueño de muchas niñas y niños en el mundo, cuando por fin llegas a estar en algún club después de años de entrenamiento, dolor, lágrimas y sudor tu meta se ha cumplido y ahora viene el cuento de hadas ¿o la pesadilla? Supongamos que eres un/a jugador/a ya en un club de primera división, te mandan a llamar y te avisan que ya tienes un nuevo equipo y te tienes que presentar mañana, ¿te preguntaron? ¿Te quieres ir? ¿Tienes opción? Por desgracia, en México la respuesta a estas preguntas es NO.
Pero ¿estos casos si existen en la vida real? Sí. Pablo Aguilar, defensa central paraguayo, dejaría al Club América por Xolos de Tijuana en el 2017, el jugador al ser cuestionado por esta decisión solo respondía tajantemente con un: “Yo no sé nada, ni me avisaron, ni quería salir”, días después se confirmaba su traspaso al club fronterizo. Otro ejemplo es el de Carlos “Guillit” Peña, quien con lágrimas en los ojos anunciaba su salida del Club León y con un cara de angustia y pena posaría con la camisa de Chivas. Ismael Sosa, delantero argentino, llegaría a Tigres en el 2016, su llegada no pasaría de ser un fichaje clave para el club felino sino hubiera sido por sus declaraciones días antes: “Llegar a Tigres es bueno, pero yo quería seguir en Pumas”.
¿Qué ocurre en nuestro país? Con el tiempo se corría el rumor de que los directivos de todos los equipos profesionales de futbol habían llegado a un pacto de caballeros, dicho pacto solo era de palabra y todos eran parte de él. Las reglas eran fáciles, cualquier movimiento de algún jugador, fichaje o cesión, con o sin contrato tenía que tener el visto bueno de las directivas, en papel suena algo normal, cosas del mercado futbolístico, pero aquí hay otras aristas que ponen trabas. Usemos de ejemplo a Ismael Sosa, el jugador quería abandonar a León e irse a Independiente, su clubs había dicho que sí pero Tigres no, el club felino tenía parte de su carta y no veía con buenos ojos su salida.
Otro caso que implica a Tigres fue con Francisco “Kikín” Fonseca, el jugador había tenido múltiples problemas con la directiva, le quedaban seis meses de contrato y había pedido la salida, Pumas y Tecos había negociado su traspaso libre por las reglas FIFA, que señala que un jugador puede fichar como agente libre al tener solo seis meses restantes de contrato. Tigres impidió el acercamiento de los clubes y retuvo a Fonseca ocho meses más. El delantero mexicano salió del club gracias al fichaje de Tecos.
Ejemplos como los ya citados abundan en nuestro país, pero no solo en fichajes, partidos arreglados, árbitros cambiados en horas, promotores corruptos, el monopolio de la selección mexicana y un largo etc. Nos refleja que la corrupción no solo sucede en las instancias gubernamentales sino también ocurren en ámbitos deportivos, y nos deja la reflexión del ¿Cuántas veces pasó, pasa o pasará esto en México? ¿Es causa de un sistema capitalista que el deportista sea visto como una mercancía o es la evolución del deporte?
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